Alberto García, el geniecillo al frente de Alberto & García, lleva tiempo ya despuntando al frente de las huestes del desparpajo. Practicante fiel de la promiscuidad estilística, la voz cantante de este septeto asturiano lleva a su ideario artístico su propia condición de melómano razonablemente omnívoro, que es la más natural entre quienes invertimos una parte considerable de nuestras vidas frente a cualquier reproductor de música. Ese talante versátil y desprejuiciado, la sinceridad en la expresión de Alberto y su cohorte de jóvenes avezados, es lo que hace de Flores negras un álbum rabiosamente disfrutable.

 

Nos sentimos cómodos y representados, en efecto, en unos surcos que huyen de la cerrazón y comprenden que el pop es un terreno fértil para el encuentro de distintas escuelas y geografías. Las propias de un jefe de filas que alterna las guitarras acústicas, los sintetizadores o un piano Rhodes con, por qué no, un cuatro venezolano. La herencia latinoamericana está presente aquí y allá hasta desembocar en una chacarera tan fantástica como El milagro, por la que además asoma la voz térrea y narcótica de la guipuzcoana Miren Iza (Tulsa). El continente hermano también se apodera del discurso por mediación de la cumbia (Tierra de fuego) o de la salsa garbosa para Verdad de la buena, y esa simpatía hacia la herencia latina sirve para encontrar ciertos paralelismos entre Alberto & García y, pongamos por caso, Colectivo Panamera. Pero aquí no se trata de parecerse a nadie. Lo mejor de estos astures es que la multiplicidad de sus referencias les permite sonar genuinamente personales.

 

Flores negras se erige así, puede que sin pretenderlo, en revulsivo sonoro, en cataplasma para tantos estados de ánimo maltrechos. Compuesto y grabado justo antes de la maldita pandemia, incluye dos píldoras extraordinariamente curativas en los casos de Verano (rock con sonrisa glam y simpatía arrolladora) y Elefante, un aldabonazo de funk discotequero con un estribillo que debería servir como lema para estampar en camisetas y estados de guasap: “Sigue en la pista de baile hasta que el dolor se te pare”.

 

La artillería de metales de Manuel García hace aún más radiante Animales escondidos, donde David Ruiz, de los burgaleses La Maravillosa Orquesta del Alcohol, demuestra que puede cantar con menos ronquera e idéntica personalidad y capacidad de seducción. Y el pop con sabrosura despunta con Como John Wayne, donde ese puente ascendente (“Y apareces tú / repartiendo luz”) nos trae a la memoria las maneras vocales del jiennense Pachi García “Alis”. Ya lo ven: cualquier reminiscencia que nos sugiera Flores raras nos conduce a algún buen puerto.

2 Replies to “Alberto & García: “Flores negras” (2020)”

  1. Grandes! Mil gracias por la reseña, por ofertarnos música con la que enriquecer nuestros trayectos, mejorar esos ratos de espera o, simplemente, alegrarnos el día.

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