¿Un nuevo álbum de Gerry Rafferty, a estas alturas? Podría pasar por una broma de dudoso gusto, teniendo en cuenta que nuestro fabuloso trovador escocés nos abandonó en los primerísimos días de 2011. Pero Rest in blue es real y verídico, auténtico y rigurosamente inédito. Es una despedida que engrandece a su autor, cuyo ascendente va mucho más allá de los deslumbramientos puntuales de Stuck in the middle with you y Baker street. Suena fresco, cuidado, cercano, impecable y uniforme, lo que parecía difícil a tenor de la heterogeneidad de un material inacabado en origen. Y, sobre todo, incluye tres o cuatro canciones majestuosas, merecedoras de integrar desde ya cualquier antología en torno a su firmante.
Contexualicemos, ante todo. Lo que ahora es Rest in blue comenzó a fraguarse en 2006, cuando Rafferty trabaja en un sucesor para Another world (2000). Parte del material fructificaría en Life goes on (2009), pero siguió trasteando en otras composiciones de manera intermitente, porque sus tormentos interiores y la pesadilla nunca interrumpida del alcoholismo no le permitían aplicarse a la tarea con la debida constancia. Tras su fallecimiento, el 4 de enero de 2011, su hija Martha Rafferty asumió un legado dispar de canciones. Algunas casi completas, pero otras apenas esbozadas, con letras a medio escribir o toscos arreglos de sintetizadores y ritmos pregrabados para que sirviesen de referencias ante eventuales nuevas visitas al estudio.
Las explicaciones de Martha en los créditos no son muy precisas, pero dejan entrever que ha rescatado no solo originales de los últimos años, sino esbozos provenientes incluso de la década de los setenta. Lo asombroso del caso es que nada de lo aquí referido se apreciaría de antemano si escuchásemos Rest in blue sin todas estas aclaraciones previas. La heredera ha aislado y pulido las tomas paternas de voces y guitarras, ha tirado a la basura todos los acompañamientos no orgánicos y consigue, junto a músicos como el guitarrista Hugh Burns –a menudo brazo derecho de Gerry– que todas las piezas encajen. Insistimos: un oyente inadvertido no caería en la cuenta de que el cantautor no está entre nosotros desde hace una década y que estas 14 grabaciones se han entresacado de aquí y allá, hurgando en los archivos.
Pues bien, preparémonos para agrandar los límites de nuestra sorpresa. Still in denial, el corte de apertura, es uno de esos temas animosos, instantáneos y sin estribillo, puro Rafferty, que enamora desde el primer compás. You are all I want nos acerca al baladista ultrasentimental, inspiradísimo en los laberintos melódicos y curtido en la escuela de los Beatles, como cuando en los muy primeros años setenta escribió Look over the hills and far away. Y I still love you es la quintaesencia perfecta de los tiempos medios, una pieza serena que se agranda como le sucedía en su momento a Right down the line.
Más sorprendente todavía es el caso de la sensacional Look at me now, con atípico regusto soul, la voz muy aguda, casi adentrándose en el falsete, y espléndidos arabescos finales de órgano Hammond. En la estela de Paul McCartney, como tantas veces, pero también en la del soul ligero de los setenta. Al menos otros dos originales, Lost highway y Full moon, también obtienen nota muy alta, y a todo ello debemos sumar algunas versiones bien curiosas: las tradicionales Wild mountain thyme y Dirty old town, a las que Rafferty se acerca con cariño, primor y mucha sutileza, y Just the motion, el original de Richard Thompson (de Shoot out the lights, 1982), genio británico al que Gerry produjo por aquella época, aunque no acabaran de entenderse muy bien.
Y como colofón, una nueva lectura, más ligera, divertida y despreocupada, pero poco alejada de la original, de Stuck in the middle with you, el inmortal aldabonazo de Gerry y su socio Joe Egan en los tiempos de Stealers Wheel. Esa a la que Paul Simon atribuyó la condición de mejor canción de todos los tiempos. Qué grande fue Rafferty. Qué poco le hemos tenido en cuenta. Y qué bueno descubrir este soberbio undécimo y definitivo álbum en solitario, un disco merecedor de todos los honores.
Excelente post. Compré el CD bastante a ciegas. Sabía que Gerry había fallecido hace años pero imaginaba que sería algún CD de restos. Desde le minuto 0 me quedé ojoplático mientras escuchaba una y otra canción. Como me suele pasar, primero ,me lanzo y luego me informo, así que una vez escuchada varias veces esta joyita empecé a leer lo que ponía en el propio CD su hija Martha y me animé a investigar y a leer sobre REST IN BLUE. Tu post y no sería capaz de escribirlo porque no tengo tus dotes literarias pero si que has resumido perfectamente lo que da de sí esta obra. Te felicito porque no puedo estar más de acuerdo en todo lo que dices.-
Muy amable, Juan Carlos, muchas gracias por tu comentario. La verdad es que “Rest in blue” está muy por encima de lo que cabría esperar, tantos años después, de un álbum póstumo. Ese temor previo que expresas tú es lo que ha hecho, seguramente, que aún no se le haya prestado a este disco la atención merecida. Es una preciosidad. Y un placer contar con tu lectura y tus aportaciones.
Alucinante tu post. Había escuchado el albúm, de siempre me ha gustado Rafferty, hasta me puse la canción y me emocione, cuando pase por Baker street en mí único visita a Londres hace unos 3 años. Pero, no sabía ni que había fallecido… y al escuchar el albúm ninguna pista de lo que comentas del disco. Sorprendentemente me había gustado mucho, pero después de leerle, merece sucesivas escuchas. Muchas gracias por aportaciones.