Una confesión de índole personal, sin que sirva de precedente. Este disco llegó a casa por gentileza de los reyes (magos), y esas cosas, a los pocos años, crean vínculos emocionales que trascienden al valor intrínseco de la obra. Pero en este caso los méritos propios del álbum, que conste, eran muy elevados. Incluso después de muchos años sin escuchar The friends…, el reencuentro de quienes le incluimos entre nuestros aliados sonoros de infancia produce esa plácida sorpresa que otorga el material genuinamente duradero.
No parecían Jon Anderson y Vangelis Papathanassiou, en una aproximación superficial, dos personajes abocados al encuentro, hechos el uno para el otro. De hecho, su alianza, aun fructífera y sustanciosa, también resultó efímera. Pero en aquellos primeros compases de los años ochenta confluyeron las agendas y circunstancias. El cantante de Yes había dejado por entonces el grupo, el teclista griego había sido candidato a incorporarse a la banda cuando se marchó Rick Wakeman y ambos se embarcaron en una aventura inesperada y atípica, pero de acogida sorprendente. En el caso concreto de este segundo álbum, masiva: I’ll find my way home es de una sencillez y belleza enternecedoras, los teclados del tema central son una diablura interestelar (déjense llevar, tal que en un viaje de ciencia ficción) y State of independence se convertiría un año más tarde en éxito en la voz de ¡Donna Summer!
Todo muy inesperado, pintoresco y hoy, a veces, pasto del olvido, pero dignísimo de reivindicación y disfrute. De paso, constataremos que la música reactiva los recuerdos como ninguna otra creación del ser humano es capaz. Podemos preguntarle a algún neurólogo. Debemos, sobre todo, hacer la prueba.
Vaya recuerdos! rapido se me removieron cosas en el pecho.
A mi tambien me recuerda a alguna navidad teniendo 6 o 7 años, la música en el tocata de mis padres..
en fin, todo un momento especial este disco.
Muchas gracias maestro!