Hay discos que te llaman a la puerta cuando no esperabas visita. Atisbas por la mirilla con gesto receloso, pero luego te alegras de haberles franqueado el paso y los invitas a una gran taza de café. Este es un ejemplo flagrante al respecto. Carecía de referencias sobre Mamas Gun, ni siquiera indirectas o inducidas, y ahora solo le doy vueltas a cómo demonios no nos habían presentado antes. Pongámonos al día. Ingleses. Quinteto. Incorporaciones especiales de dos metales elegantísimos, Dominic Glover y Andy Ross, que han trabajado con Amy Winehouse o Incognito. Canta, compone y produce Andy Platts: pensemos en mnemotecnias, porque hay que retener este nombre. Este es ya el cuarto disco y llevan una década de actividad: llevemos con urgencia nuestros radares al taller. Cantan sobre el Brexit (“On the wire”), pero podrían ser yanquis hasta las trancas. Han alcanzado el número 1 en Japón y Hong Kong, no me preguntes por qué: en oriente son gente avispada. Y han reunido aquí las diez canciones de soul a la vieja usanza más adorables que vienen a la cabeza en mucho tiempo. Le comen el terreno a Mayer Hawthorne, rivalizan con Jamiroquai cuando se pone tierno (que no ñoño), se han metido en vena todo Stevie Wonder, algo del primer Michael Jackson y los discos de Philly Soul de papá y mamá. Piezas como “We” son tan cálidas e impolutas que creemos haberlas escuchado ya, mucho tiempo atrás, y que nos las hubiera presentado el añorado Antonio Fernández en su “Área reservada”. Es difícil abrir un álbum con tanto sol como el que refulge en “You make my life a better place”. Y más difícil aún encadenar “I need a win” y “Diamond in the bell jar”, monumentos a la escritura perfecta. No sabíamos de ti, Andy Platts, pero no nos lo tomes a mal: esta es tu casa y desde ahora te hacemos un juego de llaves.