Más de uno podrá acreditar, a buen seguro, experiencias personales similares. La primera ocasión en que un servidor escuchó Yours is no disgrace, en un especial radiofónico sobre Yes de autoría desgraciadamente ignota, no podía dar crédito a que sucedieran tantas cosas en ella y que sus casi 10 minutos acabaran transcurriendo en un vuelo. Ese staccato inicial, las diabluras del recién incorporado guitarrista Steve Howe, los minisilencios enfáticos, la manera en que el bajista Chris Squire y el divino batería Bill Bruford reinventaban toda la arquitectura a cada vuelta, la manera sutil en que Tony Kaye ponía a ulular su órgano Hammond. Y, por supuesto, Jon Anderson en estado de gracia, con esa voz agudísima e inconfundible entre un millón.
Aquel texto desarrollaba una sutil proclama antibelicista (con Vietnam a buen seguro en el subconsciente), los cinco firmaban en comandita la pieza y en pocas formaciones como Yes resultaba tan imprescindible aprenderse el nombre de todos los integrantes. Conste que ya eran adorables los dos trabajos iniciáticos del quinteto, Yes (1969) y Time and a word (1970), no siempre bien situados en las clasificaciones: sus canciones atípicas y laberínticas, algunas de las versiones más heterodoxas que se hayan concebido jamás (America, de Paul Simon; Every little thing, una de las canciones menos divulgadas de los Beatles; la inimaginable No opportunity necessary, no experience needed, de Richie Havens). Pero The Yes album, con ese título tan rotundo, tiene algo de manifiesto fundacional. Y de exhibición de un estado de gracia.
Hay aquí mucho, muchísimo a lo que prestar atención. Las virguerías guitarrísticas de Howe en The clap, por ejemplo, que con la acústica sonaba muy folkie. O la habilidad para componer en formato de suite, que aquí acontece por partida doble y consecutiva: Starship trooper y I’ve seen all good people, esta última con una primera parte pastoral, Your move, sencillamente inolvidable. Y aún quedaba la belleza sosegada de A venture, una preciosidad que fue la única en no perdurar en el repertorio en vivo de la banda; y la exhibición final de Perpetual change, con el arranque más roquero del lote y algunos bruscos cambios dinámicos para los que casi hacía falta biodramina.
No puede reescucharse este álbum si reincidir en el asombro. Y eso que son muchos los años y muchas las veces.
Con el paso de los años fui percibiendo en The yes album un aspecto ancestral setentero profundo,es como un germen,hippismo,anceestralidad,espiritualidad sinceras,algo unico en el comienzo de esta alucinante decada,me encanta escuchar este disco de vez en cuando,son muchas las sensaciones nostalgicas a la vez
Qué interesante lo que comentas, Juanjo. No dejes de disfrutar de esa manera tan intensa de la música 🙂
Asombrosos. Ese es el adjetivo para estos genios. Lo primero que escuché antes de ser adolescente fue “close to the edge” recién llegado de Inglaterra, traído por mi padrino, y desde allí me enganché hasta el sol de hoy. Yes siempre aparece en mi diario caminar.
Haces (y dices) muy bien 🙂
Gran álbum. El primero que escuché fue el ” Close to the Edge” Me impactó y me interesé por los anteriores. Casi los vi en directo. Digo casi porque en Barcelona tocaron Anderson, Bruford, Wakeman y Howe, cuando grabaron un disco los cuatro.
Ahora, sin Anderson y el malogrado Squire ya son Ex- Yes.
Maravillosa elección Fernando, me encanta que repesques estás joyas y las pongas en valor. Para mi Yes son uno de mis grupos de cabecera y tiene que ver con que uno de los primeros discos que compré fue el Yesterdays con la clásica pegatina ” Lo mejor de Yes ” y donde venÍan algunos temas del “Time and a word” , y a partir de ahí quedé enganchado de por vida . Tuve la oportunidad de verlos en Estepona ( tenia la espinita clavada) en un concierto que hicieron en Julio 2003 , ya estaban muy mayores , pero seguÍan igual de brillantes. Estuvieron Anderson-Howe, Squire,Wakeman y Alan White y estuvieron fantasticos , a pesar de las limitaciones del sonido . Cuando pienso la música que antes escuchabamos con 14 y 15 años . Muchas gracias Fernando.
¡Qué música y qué músicos, Neira! Tuve la suerte de poder ver a Yes en el verano del 72, en el Crystal Palace, cuando estrenaron el “Close To The Edge”. Nunca olvidaré “And You And I”, “Siberian Khatru” y el momento “I Get Up, I Get Down” de aquel concierto. Ni al pulpo Wakeman con su nibelunga melena . Ni al gigante Squire saltando hasta el cielo. They don’t make them like this anymore!
“El pulpo Wakeman con su nibelunga melena”. Maravillosísima descripción. Gracias por compartirla, Cybil.
Cuantos recuerdos de mi adolescencia escuchando este disco. Las noches de Musicolandia con Vicente Romero y las tardes en Radio Popular con Vicente Cagiao y su programa Ciclos. Cuantos recuerdos. Este es de los álbumes insignia del Rock Progresivo Sinfónico. Una gran elección Fernando. Gracias mil. Un abrazo
Encantado de saludarte, Pablo. ¿Tú también eras de “Ciclos”? Eso nos une de por vida… 🙂
Ciclos fue la base de mi cultura musical. La música de cabecera era una maravilla. Creo recordar que estaban Los Canarios en ella y tantos otros. Cuantos programas grabé en mi primer radiocasete. Ahí conocí el rock sinfónico y hasta hoy sigue siendo mi estilo musical favorito. Un abrazo Fernando
Amén. Sí a todo 🙂
¡Hola! He llegado a este blog de pura chiripa y cuál ha sido mi sorpresa y regocijo al descubrir tanta admiración por mi tío, Vicente Cagiao, y su inolvidable Ciclos.
Hermano de mi madre, este hombre me enseñó todo lo que sé de música Rock y me hizo un fan irredento del rock sinfónico y progresivo, aunque lo primero que metió en mis oídos fueron los maravillosos Beatles.
Ya está jubilado y hace años que no tiene contacto con el mundo de la radio, pero sigue pinchando discos en casa por el puro placer de hacerlo y continúa siendo una auténtica enciclopedia musical. Además, de vez en cuando suena el teléfono de su casa y, al otro lado, la voz de un José Mari Guzmán, un Javi Polo o un Álvaro Urquijo resuena para preguntarle qué es de su vida y recordarle cuánta gente admira a día de hoy el trabajo que realizó.
Por mi parte, mi nombre es Luis y, aunque a día de hoy estoy alejado del mundo musical, allá por los años finales de la década del 2000 fui vocalista en la banda Voodoo Tales y lancé un disquito en solitario llamado “Nuevas formas de sobrevivir”. Sin mi tío, seguro que nunca habría recorrido ese camino. 🙂
En cuanto le vea le diré que se pase por este blog: seguro que le va a encantar.
Un saludo grande,
Luis
Qué alegría leerte, Luis, saber de ti y, por extensión, de tu tío, al que escuché literalmente durante cientos y cientos de tardes. Ojalá coincidir con él y compartir un café y un rato de charla. Abrazos para ti y para la familia 🙂