Hay trabajos de intencionalidad diáfana desde antes incluso de que les rasguemos el precinto. Este estreno de Cecilya Mestres junto a sus Reyes del Caramelo nos sirve como ejemplo flagrante: la tipografía, el diseño gráfico, el estilismo, el logotipo del sello discográfico y hasta el propio título remiten al prodigioso sentido de la estética que reinaba en los cándidos, ensoñadores y párvulos años cincuenta, aunque el aparatoso tatuaje por todo el brazo izquierdo de nuestra jefa de filas abrirá los ojos a cualquier aficionado a la hora de datar esta entrega. Podemos llamarlo nostalgia o ejercicio de estilo, pero seguramente haya en el empeño más de escapismo y reacción frente al cartón piedra de ciertos nuevos lenguajes musicales. Y en las ocho canciones de este alentador debut nos encontramos con todo lo contrario: mucha proteína y muy poca filfa.
A sus 30 años, Cecilya Mestres es una barcelonesa (de Vilafranca del Penedès) afincada en París que canta como una vocalista residente en algún mugriento garito de Memphis. Esa es la actitud, y así se acredita a lo largo de esta media hora luminosa y fulgurante, salpimentada siempre por el aroma de las guitarras eléctricas de primera generación y unos saxos carnales que nos explotan en los oídos con esa efusividad de un chicle bien relleno de caramelo líquido. Las primeras son competencia de Rodolphe Dumont, un músico de referencia por tierras francesas, mientras para los segundos se ha procedido al fichaje de Sax Gordon, un ilustre que mandó sus aportaciones desde su cuartel general en Boston.
En todo ello radica el encanto y el potencial de este regreso al corazón de la gran década iniciática para la música popular. Porque Cecilya es catalana, opera desde el corazón de Francia, probó suerte televisiva hace algunas temporadas en La Voz, se fogueó cantando en calles, hoteles y restaurantes de Mallorca, prometió amor eterno por los escenarios durante una gira en 2018 por Argentina y, a juzgar por esta colección, podría provenir de cualquier ciudad mediana yanqui y dejar alto el pabellón por medio mundo.
Ventajas de una mirada panorámica. Mestres ya se había estrenado con material propio con Cherry blossom en 2021, pero sus Candy Kings son una encarnación posterior, así que este es, en cierta medida, un debut que también sirve como segundo elepé. El rock añejo se vuelve en él no tan pretérito como atemporal. Cecilya sabe agitarlo bien en coctelera con el rhythm & blues (Evening) o el blues de toda la vida, como corresponde a quien, a buen seguro, habrá escuchado a Bessie Smith, Billie Holiday o Big Mama Thornton en generosas proporciones, aunque seguro que también a revivalistas como Imelda May o James Hunter. Pocas sorpresas, muchas y alentadoras vibraciones. De las buenas.